Por Priscilla Delgado E
Psicología
Las paranoias son psicosis delirantes y se pueden presentar por episodios o crónicas; es un rasgo suspicaz y están más propensos a la esquizofrenia, pierden por completo el juicio de la realidad, sufren de delirios y piensan que siempre quieren hacerle daño. Es por eso que afecta mucho a su medio familiar, social y laboral. El DSM-IV, manual de Psiquiatría, la denomina "trastorno de ideas delirantes" y se expresa en situaciones que ocurren en la vida real, ellos creen que van a ser envenenados o infectados de alguna enfermedad y también piensan que sus parejas los engañan.
Sigmund Freud definió la paranoia como un trastorno mental en el que el síntoma es la extrema desconfianza hacia los demás; la personalidad paranoide llega a creer que los que le rodean quieren asesinarle-. En la forma más grave, la psicosis es conocida como esquizofrenia paranoide y es la más frecuente (además existen la hebefrénica y la catatónica) del mundo. Sufren de ideas delirantes y alucinaciones, el paciente puede llegar a creer que los personajes históricos, mitológicos o religiosos le transmiten mensajes (se conecta con los delirios de grandeza). Suelen ser autosuficientes y tienen la necesidad de controlar a los que le rodean, por el supuesto complot en su contra. En los delirios paranoides hay una alteración de la memoria y la presencia de "falsos recuerdos" es muy frecuente.
En 1818, Heinroth lo clasificó como locura y en 1962 Henderson y Gillespi definen al paranoico como, “una persona que cree que tiene razón, que está justificada en sus creencias y que cualquiera que se oponga a su punto de vista se está comportando mal”, pero como no adquieren conciencia de la enfermedad, no aceptan tratamiento. El trastorno paranoide de la personalidad se da en un 0,5 a 2,5% de la población general y es más frecuente en varones. Se manifiesta en la edad adulta, pero aparece en la infancia o adolescencia a través de comportamientos solitarios y un lenguaje característico. (El manual de los trastornos mentales DSM-IV deja a la paranoia en la categoría de "trastornos de personalidad”).
Yesenia Castillo, terapeuta ocupacional del Hospital El Salvador, trabaja todos los días con pacientes de estas características y reconoce que hay más en las grandes ciudades como Santiago, donde hay estrés y factores de miedo (delincuencia, Transantiago) que influyen en los que padecen esquizofrenia paranoide. “La señora Luz piensa que se va a morir todos los días en el Transantiago y siente la necesidad de matarse cuando tiene que arribar el autobús, ha sufrido desmayos y se asusta más por lo que ve en la televisión” cuenta Yesenia. Además tiene una paciente, César, que piensa que es víctima de brujería y le ha pedido que le encuentre un Chamán. Pero hay uno que la divierte mucho, porque asegura que es un extraterrestre y que llega atrasado porque no hay espacio para estacionar su platillo volador. Pero la terapeuta también sufre cuando tiene que verlos someterse al electroshock. Primero se conversa con la familia y una vez tomada la decisión se discute cuántas sesiones debe tener (varían entre 5 y 10), cada una dura a lo más 30 segundos y se aplica con anestesia y relajante muscular, lo que lo hace menos terrible, porque no acuden a amarrarlo. El tratamiento sirve para que olviden las ganas de no existir o los malos recuerdos, pero muchas veces la pérdida de memoria puede ser total.
Psicología
Las paranoias son psicosis delirantes y se pueden presentar por episodios o crónicas; es un rasgo suspicaz y están más propensos a la esquizofrenia, pierden por completo el juicio de la realidad, sufren de delirios y piensan que siempre quieren hacerle daño. Es por eso que afecta mucho a su medio familiar, social y laboral. El DSM-IV, manual de Psiquiatría, la denomina "trastorno de ideas delirantes" y se expresa en situaciones que ocurren en la vida real, ellos creen que van a ser envenenados o infectados de alguna enfermedad y también piensan que sus parejas los engañan.
Sigmund Freud definió la paranoia como un trastorno mental en el que el síntoma es la extrema desconfianza hacia los demás; la personalidad paranoide llega a creer que los que le rodean quieren asesinarle-. En la forma más grave, la psicosis es conocida como esquizofrenia paranoide y es la más frecuente (además existen la hebefrénica y la catatónica) del mundo. Sufren de ideas delirantes y alucinaciones, el paciente puede llegar a creer que los personajes históricos, mitológicos o religiosos le transmiten mensajes (se conecta con los delirios de grandeza). Suelen ser autosuficientes y tienen la necesidad de controlar a los que le rodean, por el supuesto complot en su contra. En los delirios paranoides hay una alteración de la memoria y la presencia de "falsos recuerdos" es muy frecuente.
En 1818, Heinroth lo clasificó como locura y en 1962 Henderson y Gillespi definen al paranoico como, “una persona que cree que tiene razón, que está justificada en sus creencias y que cualquiera que se oponga a su punto de vista se está comportando mal”, pero como no adquieren conciencia de la enfermedad, no aceptan tratamiento. El trastorno paranoide de la personalidad se da en un 0,5 a 2,5% de la población general y es más frecuente en varones. Se manifiesta en la edad adulta, pero aparece en la infancia o adolescencia a través de comportamientos solitarios y un lenguaje característico. (El manual de los trastornos mentales DSM-IV deja a la paranoia en la categoría de "trastornos de personalidad”).
Yesenia Castillo, terapeuta ocupacional del Hospital El Salvador, trabaja todos los días con pacientes de estas características y reconoce que hay más en las grandes ciudades como Santiago, donde hay estrés y factores de miedo (delincuencia, Transantiago) que influyen en los que padecen esquizofrenia paranoide. “La señora Luz piensa que se va a morir todos los días en el Transantiago y siente la necesidad de matarse cuando tiene que arribar el autobús, ha sufrido desmayos y se asusta más por lo que ve en la televisión” cuenta Yesenia. Además tiene una paciente, César, que piensa que es víctima de brujería y le ha pedido que le encuentre un Chamán. Pero hay uno que la divierte mucho, porque asegura que es un extraterrestre y que llega atrasado porque no hay espacio para estacionar su platillo volador. Pero la terapeuta también sufre cuando tiene que verlos someterse al electroshock. Primero se conversa con la familia y una vez tomada la decisión se discute cuántas sesiones debe tener (varían entre 5 y 10), cada una dura a lo más 30 segundos y se aplica con anestesia y relajante muscular, lo que lo hace menos terrible, porque no acuden a amarrarlo. El tratamiento sirve para que olviden las ganas de no existir o los malos recuerdos, pero muchas veces la pérdida de memoria puede ser total.
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