Por Soledad Gómez
Controversias
El hombre abre los ojos, tiritando, comienza a parpadear. La cámara se aleja y vemos como su rostro azulado comienza a articular la más extraña sensación de espanto. El plano general nos revela el resto de la escena en uno de los clichés audiovisuales más aberrantes. El personaje se encuentra desnudo en una tina llena de hielo, horrorizado y cubierto de sus propia sangre, descubre que le han extraído los riñones.
Esta imagen, que casi todos podemos evocar, no hace más que transformar una crisis vigente en mito urbano –más parecido a un Cuento de la Cripta. Las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que el 10% de todos los transplantes que se hacen en el mundo son por tráfico. Aclaran, eso sí, que se trata sólo de una estimación, ya que es imposible obtener los datos concretos sobre esta práctica y quizás sólo vemos la punta del iceberg. Según los especialistas, el tráfico de órganos está dañando los programas legales existentes en los países industrializados, donde, en general, la cantidad de donaciones no alcanza a cubrir a un tercio de las listas de espera.
El Doctor Michael Bos, del Consejo de Salud de Holanda, asegura que cada año son transplantados "unos 10.000 riñones” de seres humanos vivos, dispuestos a vender sus órganos, muchas veces a un costo desproporcionadamente bajo. La misma OMS citó el ejemplo de un neoyorkino millonario que viajó a Sudáfrica, donde, a cambio de 60 mil dólares recibió el riñón de un ‘donante’ pobre, a quien se le compensó con el pago de 6 mil dólares. Tal como la explotación sexual y prostitución infantil; el mercado negro de órganos ha originado una peligrosa y bien organizada forma de turismo, ligada a una mafia de registros millonarios.
En algunos casos, como el de China, ni siquiera se trata de una acción desesperada, proveniente de la pobreza, sino de una práctica institucionalizada. Hace ya 12 años que Human Rights Watch publicó un informe denunciando al menos 3 mil casos detallados de lo que llamó "la habitual extracción de órganos a los prisioneros ejecutados" en dicho país. Desde que la droga ciclosporina, que permite el transplante de órganos, fue aprobada en los años 80, que el gobierno chino ha mantenido su práctica de ‘cosechar’ lo que necesita de los prisioneros que ejecuta, sin su consentimiento ni el de sus familiares. En algunos casos, los funcionarios corruptos los venden en otros países. Actualmente, la secta Falun Dafa, practicante del Falun Gong, es perseguida en China, y sus seguidores han pasado a formar gran parte del arsenal de órganos transplantables en dicho país, por lo que ha llamado a un boicot de los Juegos Olímpicos de Beijing del 2008.
La Sociedad del Transplante de Gran Bretaña ya ha emitido una advertencia a sus compatriotas sobre viajar a China en busca del anhelado transplante. Claro que allá las listas de espera avanzan más rápido, pero la mayoría de los órganos provienen de ejecuciones, muchas veces por crímenes de conciencia.
Sitios de Interés:
Informe del Departamento de Estado del 2001 sobre el transplante ilegal en China http://www.state.gov/g/drl/rls/rm/2001/3792.htm
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